jueves, 16 de junio de 2011

EUROCOPA SUB-21: Adrián remata el festival


Para tranquilidad de Del Bosque y los entusiastas del olimpismo, en particular, y del país, en general, un mañana espléndido le aguarda al fútbol español. Porque también hay un mundo entre nuestros jóvenes y los checos, una caja fuerte que nadie había abierto en los tres últimos años. Enganchados a Thiago y Muniain, a Mata y Javi Martínez, y en definitiva, a un estilo, que en fútbol se considera obra maestra, la Sub-21 de Milla dejó en nada a una selección musculada, con buena organización, excelentes resultados y una dureza extrema y reprobable. Se defendió a tornillazos y ni eso le sirvió.

España tuvo la pelota, la imaginación e incluso los goles, firmados por Adrián. Bueno para su autoestima y para la de Luis Milla. Con su fe movió esta montaña. Dos ocasiones le sirvieron al ariete y las dos acabaron en la red. Las rachas de los goleadores tienen poco que ver con la ciencia porque el tamaño de las porterías sólo está en su cabeza.

Las patadas checas

La República Checa tuvo ese aire de equipo grandullón, temible y antipático durante un cuarto de hora. Luego perdió el balón, los modales y el partido. Thiago puso la primera piedra. No hay jugador en el torneo con su repertorio, en corto y en largo, en pase y conducción, ni con su agilidad mental. Tampoco con su cambio de juego con el exterior del pie, que no es recurso barroco sino herramienta para ampliar el campo. Y es que el tiqui-taca necesita anchura para que del toque se salte a la ocasión en un tiempo razonable. Incluso en este Barça que le ha tocado vivir está para echar la puerta abajo.

También resultó un acierto la inclusión de Muniain, que nos hizo despegar por las alas. Sus 18 años le han cundido mucho. Tuvo desborde, peligro e ingenio. Dejó un soberbio pase interior a Ander Herrera que a punto estuvo de culminar en gol Mata y le dio la tarde a Celutska. Acabó de ariete sin sentirse incómodo.

Un mal árbitro

Ese manejo de España, que esta vez fue un medio y no el fin, como ante Inglaterra, dejó sin pelota a los checos, que también perdieron el humor y jugaron demasiadas veces desde el otro lado de la ley, con la insólita complicidad del austriaco Schörgenhofer, quien sacó las dos primeras tarjetas a Javi Martínez y Mata por pedir justicia. Adrián la vio por levantarse la camiseta hasta la frente tras el 0-2. Así son algunos árbitros, para quienes preservar su autoridad está muy por encima de preservar la pureza del juego. A los checos le salió barata la cacería: 31 faltas, algunas feísimas, y sólo cuatro tarjetas.

España conquistó el partido por insistencia. Y es que al manejo comenzó a sumar ocasiones: un remate de Mata contra Lecjaks, un posible penalti a Adrián y finalmente el gol del asturiano, a pase del propio Mata. Los protagonistas bañaron su alegría en sidra virtual. De nuevo Mata y Muniain rozaron el 0-2 y por de De Gea no preguntó el gigante Pekhart hasta el minuto 43, aunque su remate tuvo fuego. El goleador checo se vio enjaulado por Botía y Domínguez, dignísimos aspirantes al puesto de Puyol a medio plazo. No regresó en la segunda parte.

A vuelta de vestuarios, Mata y Adrián fotocopiaron el 1-0. El ariete se ayudó esta vez del recorte para ampliar su ángulo de remate. Ahí terminó el partido. España lo enfrió sin sufrir, entregado al oficio de Mata y Javi Martínez y al ritmo de Thiago, jugador reeducado en La Masía: cada día se ensimisma menos y es estupendo en el juego a un toque. También ahorró la Selección energías y miró por su salud ante un adversario que se extralimitó de prinicipio a fin. Todo sin perder el buen gusto y la superioridad y concediendo únicamente dos opciones a los checos al final, una de ellas salvada por la mano atenta de De Gea, al que la inactividad no le quitó atención. El camino de Londres se vuelve cuesta abajo.

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