miércoles, 15 de junio de 2011

Repite Adrián, pero llega al rescate Muniain


Treinta y dos puestos nos separan de la República Checa en el ránking FIFA, reducidos a la nada en traducción Sub-21. Porque los checos presumen de cantera con buenos argumentos. Tienen un nueve, Tomas Pekhart, con estatura de alero (1,94) y 18 goles en 24 partidos en la Liga doméstica esta temporada (mitad de curso en el Jablonec, mitad en el Sparta). Unos números que le llevarán a la Bundesliga a partir de agosto (lo ha fichado el Nuremberg). Ocho de sus futbolistas juegan fuera y la mayoría son titulares en equipos rusos, alemanes, italianos, ingleses o belgas. A esta cita han llegado cediendo un solo empate, ante los alemanes, actuales campeones, en diez partidos. Le ganaron a Ucrania en el estreno. Su seleccionador, Jakub Dovalil, jugador modesto de la cantera del Slavia y entrenador precoz (tiene ahora 37 años), ha recorrido, desde 2002, todas las selecciones inferiores, de la Sub-17 a la Sub-21, a la que ha dirigido en nueve partidos oficiales con nueve victorias, 26 goles a favor y cuatro en contra. Conoce bien el material que maneja. De su mano nos echaron del último Mundial Sub-20 y ni Piqué, ni Granero ni Capel ni Adrián ni Mata pudieron evitarlo. Allí nos parecieron un acorazado. Desde 2008, los Sub-21 checos no pierden un partido y un currículum así no se levanta desde la casualidad.

A eso nos enfrentamos hoy, a una pared de cemento armado, con jugadores sobrados de anatomía y organización. El talento lo pondrá España, con los mismos que no pudieron con Inglaterra menos Jeffren más Muniain, futbolista con habilidad, picardía y un oficio que desborda por mucho sus 18 años. En el Athletic jugó todos los partidos de la segunda vuelta de la Liga y tiene ya un buen punto de cocción.

Milla repetirá con Adrián, ariete que en España sale a un gol cada tres partidos, cuando pintaba que probaría con Bojan, que ofrece una media levemente mejor. Sospecha que ampliándole el crédito al asturiano mejorará su definición. Y es que es bueno el caudal de juego y estrecha la desembocadura. Ahí se intuye un problema y no resulta fácil la solución. Los equipos de Primera se dejan el dinero en goleadores y evitan a los canteranos. Y de ellos depende ahora nuestro sueño olímpico.

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