Pep Guardiola sabe muy bien que la prisa puede ser el peor enemigo del talento joven. Lo aprendió hace más de 20 años, cuando dio el salto al primer equipo del Barça y Johan Cruyff le devolvió estratégicamente al filial. Aquel 16 de diciembre de 1990, tras debutar con un 2-0 ante el Cádiz, Guardiola dijo algo que hoy ayuda a entender alguna de sus decisiones como técnico: "Volveré al filial y a partir de ahora sé que se me exigirá mucho más en el Mini".
Esa lección es la que le ha aplicado, dos décadas después, a Thiago Alcántara. Acostumbrado al elogio desde niño, el italo-brasileño (Bari, Italia, 11 de abril de 1991) ha tenido que ganárselo, desde su debut hace casi dos años, con ratitos que saben a poco para disfrutar al fin de su partido soñado en el primer equipo: rival fuerte, Liga en juego, 90 minutos y el 'marrón' de suplir a Xavi Hernández. Se salió. Tocó más pelota que nadie -hasta 139 veces- y recuperó 11 balones. Guardiola ensalzó a Thiago y a la vez deslizó que su salto de calidad en el Mini ha sido clave: "La prueba de su fortaleza mental es que cuando debe volver al filial lo hace y se pone al equipo a la espalda". Un mensaje que dio continuidad a lo que dijo 24 horas antes: "Confío en Thiago más que su padre"
No hay comentarios:
Publicar un comentario